sábado, marzo 23, 2013

Desigualdad de Género en el mundo (Infografía)

Esta es una infografía (el Power Point ha muerto) que hice para la última clase del Taller de Debate, en la que los estudiantes eligieron el tema de los derechos de la mujer. No se puede hablar de derechos de la mujer sin hablar de desigualdad, por ello, pensé que una aproximación general al panorama mundial, comparando varios países de diferentes continentes, sería un ejercicio interesante para clase. Aquí os dejo el resultado, para ir pensando.

Aquí podéis verla online


Está hecha con Piktochart, ¡una página maravillosa!

Y sí, estas cosas me mantienen ocupada, por eso actualizo menos de lo que me gustaría...

martes, marzo 19, 2013

Tasher Desh

El último sábado fue un largo sábado. Desde las 7 de la mañana estuve en pie, primero para el Taller de Debate (tres horas), donde por fin acabamos con el tema de la Educación y el sistema educativo, y donde mis alumnos eligieron el nuevo tema: la desigualdad de género (propuesto por una chica y aceptado enseguida por todos). Después, charlar un poco con tres de mis alumnos y comer algo, luego arreglar mi impresona (¡por fin!), y por la tarde, ir a ver una obra de teatro de Rabindranath Tagore (también "¡por fin!", que después de casi dos años aquí es la primera que veo).

La obra en cuestión es la que da título a esta entrada: Tasher Desh. Me interesaba esta obra especialmete porque ya había oído hablar de ella: ocurre en un mundo de fantasía donde existe el País de las Cartas (que es lo que significa "Tasher Desh"), un poco al estilo del reino de la Reina Roja de Alicia en el País de las Maravillas. Un país de cartas, no de seres humanos, donde todos cumplen reglas absurdas porque se lo ordena su Rey (aunque también hay una reina, pero es más maja).

Dos humanos músicos llegan al País de las Cartas, y provocan una revolución entre sus habitantes, ahogados por unas normas en las que no tienen ni voz ni voto. Es una obra bastante simple, la verdad, con una moraleja muy obvia desde el primer minuto. Es una apología de la libertad de pensamiento, de la revolución ante costumbres que no entendemos y no nos parecen bien, desde la desobediencia civil, y desde el amor. Es una de las chicas-carta, Iskaboni, que se enamora de uno de los músicos, la que comienza la revolución. Ella al principio tiene curiosidad, y cuándo él le da un nuevo nombre (Nobina), se vuelve en parte humana y se enamora de él. Pero ella quiere ser humana completamente, y sentir todo lo que sienten los humanos: alegría, tristeza, amor, ... Poco a poco, otras cartas también anhelan ser diferentes, hacer cosas diferentes, dejar de seguir unas reglas que les restrigen y no entienden, al igual que en el mundo real el deseo individual choca con las normas impuestas por la sociedad en la que vivimos, normas que nosotros personalmente no hemos elegido.

La falta de libertad para pensar independientemente, para vivir cada uno a su manera, es lo que critica esta obra de teatro. Un mensaje muy importante, que vale para cualquier sociedad pero sobre todo para India, contado de una forma muy clara y divertida para que a nadie se le escape el mensaje.

Me gustó mucho la actuación del protagonista humano, que cantaba muy bien y ponía mucha energía en sus diálogos. La escenografía era una pasada, con mucha simbología (unos triángulos de colores ordenados en el suelo que poco a poco, a lo largo de la obra, los diferentes personajes van desordenando; o los calcetines que llevan las cartas, que terminan por quitárselos para convertirse 100% en humanos, en contacto real con la tierra). La ropa en cambio era un pelín cutre en comparación con todo lo demás, pero no puede ser perfecto, y tampoco estaba tan mal.


El "barco" en el que los humanos llegan al País de las Cartas


La proa del barco


El humano (el de amarillo y azul), y dos de los últimos seres-cartas que quedan en el país tras la revolución


Ellos también quieren ser humanos, y le ruegan que les convierta en tales.


Tasher Desh es quizá una obra menor de Tagore, pero un polémico director bengalí, que se hace llamar "Q", va a presentar pronto una polémica versión de esta obra en una nueva película que, seguramente, será censurada y prohibida en India, como ya ha pasado con anteriores películas de este mismo director. Se mostrará en festivales de cine europeos, y los indios tendrán que descargársela ilegalmente para poder verla. Lo ilegal debería ser prohibir películas, pero así son las normas del Mundo de las Cartas...

Mientras, os dejo el trailer de la version cinematográfica de Tasher Desh:


sábado, marzo 09, 2013

Navegando entre culturas

Hace no mucho tiempo - aunque parece que sí fue hace mucho - escribí una entrada comentando los problemas culturales y lingüísticos de vivir en el extranjero, y la frustración derivada de ellos. Esta semana me volvió a pasar algo parecido, y unas cuantas cosas más que tienen relación, y no quiero perder la oportunidad de comentarlo.

En realidad, pasaron varias cosas, pero como ir por orden no ayuda en este caso, voy a comentar primero el caso parecido a la entrada que comentaba arriba. El jueves pasado quedé con un grupo de poetas jóvenes bengalíes que suelo ver una vez a la semana, cerca de la universidad. Les conocí por el amigo de un amigo, que es como funciona todo, y normalmente nos reunimos para un té y una charla poética después de las clases.

La mayoría de las veces somos unos 4, conmigo incluida, con lo cual pues es relativamente sencillo enterarse de las cosas. Yo suelo ser la primera en llegar, y el resto se va añadiendo, así que estoy desde el principio de la conversación, y sé de qué va el tema. Además, este amigo de mi amigo por el que me introduje en el grupo, Aritra, pues siempre intenta traducirme cuando ve que no me entero de nada (aunque a menudo no tiene compasión, y me habla en bengalí por mucho que yo conteste en inglés). Dice que así me enseña. Es verdad, claro, me ayuda mucho a mejorar mi comprensión auditiva. Ahora bien, mi expresión oral, no mejora mucho que digamos.

¿Por qué no mejora? Pues porque me paso el rato intentado adivinar qué es lo que están diciendo. Y mientras mi concentración está en entender, no puedo concentrarme en formarme una opinión, ni mucho menos en pensar cómo expresar en bengalí dicha opinión. Así que normalmente, pues no digo apenas nada. Al final, me da la impresión de que parezco una chica muy callada y un poco sosa, lo cual me fastidia mucho la verdad. 

Pero esta semana, las cosas fueron diferentes. Cuando llegué a la cafetería donde siempre nos vemos, ya había allí unos nueve bengalíes hablando en voz en grito y a una velocidad supersónica de cosas literarias. Quizá no estuvieran hablando tan deprisa, pero yo, cansada de clase, y del calor que ya hace en Calcuta (se acabó el invierno!), no tenía fuerzas para entender nada. Lo intenté cinco minutos, y desistí. Me quedé mirándolos como una idiota, mientras ellos acaloradamente charlaban de algo. No me enteré de nada. Bueno, sí, me enteré de cuando decían que estaban hartos de tomar té y que hacía demasiado calor en la cafetería porque los ventiladores no estaban funcionando. Pero todo lo demás, era como chino para mis oídos. 

Llevo ya dos años aquí, y no poder entender nada fue una experiencia terriblemente frustrante. Ya me fastidia normalmente no tener la fluidez para participar en la conversación, pero lo de aquel día era demasiado. ¡Qué obstáculo, el idioma! Total, que me largué de allí sin que nadie se diera cuenta, mientras todos iban saliendo para cambiar de sitio. No me apetecía nada sentir más frustración.

El problema es que claro, si evito estas situaciones, ¿cómo voy a aprender a hablar? Sí, mejor sería que hubiera menos gente, que me hablaran a mí directamente, porque no entiendo a veces que me están hablando a mí si es en bengalí, pienso que es a otra persona. De uno a uno ya es difícil, pero nueve a uno...pues imposible.

¿Qué puedo hacer? No puedo ir a clases de bengalí - los horarios no me cuadran-, mis amigos en cuanto ven que no entiendo enseguida se pasan al español o al inglés, nadie hace esfuerzos por explicarme en bengalí hasta que entienda lo que quiero decir. Enseguida usan la traducción, que es el método más fácil. Pero no es el mejor método para aprender. Yo a mis alumnos principiantes no les traduzco nada a no ser que no me quede otra opción: mientras pueda explicar cualquier concepto o idea en español, con ejemplos o con dibujos o actuando, no lo hago. Y si uno ha entendido, dejo que él explique a los demás en la lengua que quiera (que normalmente no suele ser el inglés, lo cual me gusta, así ven que el inglés no es un medio para aprender español). Sin embargo, yo no tengo ningún profesor así, y es que la verdad es que para mí también es cansado y frustrante estar explicando algo y ver que no entienden. Aunque en la clase, un dibujillo en la pizarra o una sarta de ejemplos suele arreglar el problema. Al final, por deformación profesional, hago esto también fuera de clase: a mis amigos, sobre todo con los que hablo en español, aunque no únicamente, les explico de mil maneras lo que quiero decir y sigo haciendo de profe 24 horas al día (menos las que duermo).  

Estoy intentando ver más películas, leer cuentos (he encontrado uno fascinante sobre una obsesión con un poster de una actriz de Bollywood), hablar con Shibu, el más charlatán de los conserjes de la Guest House, pero el avance es lento... muy lento...

Aparte de problemas de idioma, está la cuestión cultural. Y no estoy hablando ya de sociolingüística, sino de cultura pura y dura, de puntos de vista y concepciones culturales de las cosas. Y me he dado cuenta, a lo largo de este año, de muchas cosas que son tremendamente diferentes entre India y España.

Siempre había notado que había diferencias de perspectiva. Claro, normal, es otra cultura. Desde que escribo el blog, llevo tiempo mencionando que no se puede juzgar India desde el punto de vista de España, porque las cosas no funcionan igual, y hacerlo sería un error: caeríamos en estereotipos que dificultarían nuestra comprensión, y cerraríamos nuestra mente a la realidad. Unos ejemplos: India tiene fama de ser un pais muy machista, y sin duda, lo es. Como el viernes pasado fue el Día Internacional de los Derechos de la Mujer, preparé una actividad sencilla para analizar los estereotipos de género, en la que había que colocar una serie de palabras como características de un género o de otro. Una de estas palabras era "ganar dinero". Toda la clase dijo que era cosa de los dos, de hombres y mujeres. Entonces yo pregunto: ¿pero, ganan dinero igual? Sí, me responden. Yo les explico que en España, una mujer recibe, como norma - absurda, pero normal en la realidad - un salario inferior al de un hombre aunque el puesto de trabajo sea el mismo. Ellos me miran asombrados, ¿qué está diciendo la profesora? Según las estadísticas, les explico, en España una mujer recibe el 28% menos que un hombre por el mismo trabajo. En sus caras, sorpresa. Eso en India no pasa, me dicen. No hay diferencias salariales. ¿Cuál de los dos países es más machista? Aquí el problema es que las mujeres tienen más difícil el acceso a la educación, así que en un nivel educativo superior, normalmente hay más hombres que mujeres (aunque en mi clase hay paridad, todo hay que decirlo). Por eso en un puesto de trabajo de alta cualificación, pues hay más candidatos hombres que mujeres. Pero sea quien sea el que consiga el puesto, el salario es igual. Ahí no importa si es hombre o mujer. En general, esperaríamos que sí hubiera una diferencia salarial, puesto que India tiene fama de ser muy machista, y esto de la diferencia salarial es una de las luchas de las mujeres en España. Y si creyéramos eso, habríamos caído en un error.. Aquí esta lucha es innecesaria. Las luchas necesarias son otras. 

Y al revés pasa lo mismo. Hay cosas que aquí son tan normales, que los indios tienen dificultades para entender que en otro lugar, pueden ser diferentes (ellos no habrían imaginado que existe una diferencia salarial entre hombres y mujeres en España, por ejemplo). Por supuesto, muchas afectan a los estereotipos de género, pero otras son cosas mucho menos visibles.

Caso concreto: las amistades. Hablando con unos y con otros, europeos e indios, he visto que ambos tienen una visión negativa del significado de la "amistad" para la otra cultura. Según muchos indios, en general los europeos somos superficiales, fríos, y no conocemos el significado de la amistad. Según los europeos, los indios no tienen amigos y solo usan a la gente. Según yo, es que están juzgando desde su propio punto de vista y no han intentado imaginar que las cosas pueden funcionar de otra manera, y que ambas son amistades.

Este problema surge también de los prejuicios culturales que han recibido desde fuera, y de las condiciones en las que la amistad entre indios y europeos se desarrolla en India. Voy a centrarme en Calcuta, claro, que es el caso que tengo a mano, pero en mi opinión, en otros lugares de India las cosas deben ser parecidas:
- Los europeos, en general, vienen a Calcuta temporalmente y no para vivir aquí, y son conscientes de ello. En cambio, los indios viven aquí, podemos decir, permanentemente (las posiblidades de salir de India son complicadas), y no son conscientes de que los europeos, no.
- Los europeos, muchos, no hablan inglés bien - ni que decir que no hablan bengalí ni hindi- , y lo cierto es que los indios, tampoco. La comunicación es muy problemática.
- Los europeos se mueven en unas zonas muy limitadas y no por todo Calcuta, y los indios que andan por esas zonas son los que conocen a los europeos. Es un círculo del que no salen. Hay indios que nunca conocen a ningún europeo, y los europeos acaban conociendo siempre a la misma gente de India.


Esto hace que los europeos y los indios vean siempre los mismos patrones de comportamiento, y estos no cambian nunca porque la relación nunca se hace lo suficientemente profunda, por falta de tiempo. La mayoría, ni que decirlo, son turistas, o voluntarios de las mil y una ONGs de Calcuta, o trabajadores en prácticas. Casi todos viven en la misma calle: Sudder Street. Los indios saben esto y hacen sus negocios por y para los extranjeros allí, unos se van y otros vuelven, pero ellos son casi siempre los mismos. Saben que los europeos vienen en grupos, se quedan poco tiempo, y necesitan ayuda. Además, piensan que todos son multimillonarios (porque aunque los voluntarios no ganen dinero, si se gastan mucho dinero al ver los precios de Calcuta, que mientras a ellos les parecen irrisorios al comparar con Europa, a los indios les parecen abusivos). Los europeos no se dan cuenta de que estos indios están acostumbradísimos a tratar con europeos de una manera superficial y comercial (cuando leáis el final del párrafo entenderéis porqué): ven en cada uno a un salvador que les ayuda en los primeros días, les parece que les ofrecen una ayuda incondicional, y esto, claro, hace que les parezca que han encontrado un amigo. No se dan cuenta de que es su trabajo. Cuando los indios empiezan a pedir cosas, a pedir dinero, a pedir que les enseñen el idioma (para poder hablar con más extranjeros y tener ventajas en el negocio sobre aquellos que no pueden hablar el idioma del turista), a los europeos les parece mal: pedir favores está bien entre amigos, pero hay un límite, y sienten que les están utilizando, y se desengañan. Ahora, el indio o india tan majo que era su amigo/a, es un interesado que quiere dinero o clases de lengua gratis, y se hartan. Además, cerca de esta calle, Sudder Street, está la zona más comercial de Calcuta, llena de gente cuya principal fuente de ingresos no es venderle cosas a los indios, que regatearán hasta la muerte, sino al europeo que no sabe regatear y que no es consciente de los precios en India. Al final, los europeos se sienten engañados, timados, y se van con muy mala impresión, y esta mala impresión se reproduce: cuando vuelven a casa dicen cosas negativas, extienden prejuicios, y el próximo que venga tendrá eso en mente. Por eso, el siguiente en venir se andará con mucho ojo, será antipático con los indios, con todos sin excepción, y éstos, al verse despreciados sin razón, pues se llevan una mala impresión de los europeos a su vez: les consideran personas orgullosas, altivas, casi racistas, superficiales y fríos. Y entonces, las posibilidades de que vean al europeo como una persona se reduce, y se convierten en seres que se merecen ser timados y engañados, a los que pueden usar, porque no tienen sentimientos (o los que demuestran tener son negativos, como la altivez, el desprecio, etc.), y claro, actuán en consecuencia.

En definitiva, un círculo que va de mal en peor. La única manera de salir de ese círculo es salir de Sudder Street (sí, este es un aviso para turistas y voluntarios que piensan ir a Calcuta. Será una calle muy barata, pero NO es Calcuta. Y si vais, que sepáis que no es válido juzgar una ciudad, un país ni una cultura, por una calle con tan mal fario). No sé qué fue primero, si el huevo o la gallina, pero eso ya no importa.

Otra de las cosas que influye en todo esto es la diferencia entre la percepción de los límites, de la libertad. En general, me da la impresión de que los europeos (quizá los españoles menos, porque somos muy sociales) valoran la libertad individual como un no inmiscuirse con los demás. Hay un poco de separación entre las personas: no pedimos favores tan fácilmente, no hacemos cosas por los que no son nuestros amigos (por eso cuando alguien desconocido nos ayuda en India nos parece tan increíble y maravilloso), existe una distancia en la que no nos metemos porque es como un espacio personal. Este espacio personal en India, es distinto. Pedir favores es normal, que la gente se ayude sin conocerse es normal (y ponerse la zancadilla también, a ver si vamos a pensar que todo el mundo es bueno: hay de todo en todas partes), gente desconocida habla entre sí por cualquier excusa, o sin necesidad de excusa. Eso no pasa tan a menudo en Europa. Ya comenté una vez que había visto un accidente cerca de mi casa, mientras tomaba un té, y que de pronto toda la gente que estaba alrededor sentada se levantaba para ver de qué iba la cosa, y para charlar unos con otros, y al final cuando el accidentado ya se había ido en coche al hospital, algunos seguían hablando con su recién descubierto amigo tomando un nuevo té. En Europa, todos se habrían quedado tranquilamente en sus grupos dejando a los amigos del accidentado en paz, por no inmiscuirse en asuntos ajenos.

Por otro lado, cuando tenemos un amigo, es un amigo, y nunca (o muy raras veces) discutimos y nos enfadamos. Siempre intentamos no enfadarnos, evitar el conflicto, arreglar las cosas. Yo, personalmente, no puedo recordar jamás que discutiera con un amigo (una cosa es discutir de política o de qué mal van las cosas, y otra, discutir una amistad), ni que me enfadara con un amigo en España. Enfadarme con gente que no son mis amigos sí, eso es otra cosa. Me parece que cuando nos enfadamos con un amigo de verdad, de esto de gritarse cosas feas a la cara, es como el fin absoluto, es que ya hemos llegado a un límite que la situación casi no tiene remedio, y muy difícilmente se va a solucionar el asunto. Sin embargo, aquí, enfadarse no es raro. No voy a decir que es normal, pero no es raro. Un amigo de la universidad, Kashinath, me ha dicho más de una vez que yo debería sentirme afortunada porque él se enfada conmigo, y me pide favores, y me insiste: como si debiera estar agradecida de que sea un poquitín pesado. Justo las cosas que no aceptamos tan fácilmente en Europa en una amistad (enfadarse, pedir muchos favores, ser insistentes), aquí es como una señal de que la persona les importa.  Es un amigo, así que por eso pueden permitirse enfadarse, pedir muchos favores, y ser unos pelmas: porque es un amigo. Y sí, en cierto modo, en España no es tan diferente (por ejemplo, cuanto más amigos somos, más nos vacilamos y nos insultamos a veces, porque hay confianza), pero para europeos de otras nacionalidades, he visto que esto es un problema y que se sienten atacados y utilizados.

Así que lo que para unos es un ataque, para otros es normal; y lo que para unos es normal, para otros es frialdad y distancia. Como comprenderéis, así es difícil ponernos de acuerdo: sobre todo porque una persona no piensa que este tipo de cosas, cómo qué hace y qué no hace un amigo, varíen culturalmente. Las personas tenemos la estúpida tendencia de creer que lo que nosotros pensamos y hacemos es universal, y no lo es. Juzgamos desde nuestra perspectiva cultural, cuando hay muchas perspectivas distintas.

Y como esto, muchas cosas: el tiempo aceptable entre sms y sms, el devolver o no las llamadas, el cortar una llamada cuando se está ocupado o dejarla sonar, el cambiar el horario de una cita, o con cuánta antelación puede cambiarse el horario de una cita, si hay que confirmar la cita el día antes o no hay necesidad y resulta insistente y molesto si se hace, el hacer visitas inesperadas o no, el insistir en que alguien coma algo o no,... mil cosas que una cultura ve como una intromisión en la libertad individual (la europea), mientras que la otra lo ve como algo normal que indica afecto, y que si no se hace, indica frialdad, superficialidad e indiferencia.

Estos pequeños detalles que no salen en ningún libro, al final, solo causan malentendidos y amargura. Ojalá hubiera una serie de librillos de bolsillo, en plan "manual de supervivencia en X (nombre de un país) para nativos de Y (nombre de un país)". Todo sería mucho más fácil.

Pero no lo es... de momento, todo lo que una puede hacer es observar, tener paciencia, y escribir en el blog.

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