miércoles, marzo 28, 2012

Hay Cine indio además de Bollywood

Y ese es el cine de Bengala Occidental, que fue el estado donde todo lo del cine empezó en India. Aquí la tradición cinematográfica es muy importante: los bengalíes son unos apasionados del buen cine, lo que se puede apreciar fácilmente en la cantidad de festivales de cine, grandes y pequeños, que se proyectan en la ciudad, o en la cantidad de bengalíes que o bien han participado en algún cortometraje de manera amateur, o los dirigen en su tiempo libre, además de aquellos que lo hacen de manera más profesional pero fuera de los círculos del cine. Hay estudios de cine en universidades como Jadavpur, y a los bengalíes no les resultan extraños nombres como Ingrid Bergman, Gary Cooper o Hitchcock, incluso saben de cine europeo, como Goddard, Fellini, Bergman, Herzog o Angelopoulos. Muchos conocen a Saura y podría decir que algunos (bueno, casi todos) han visto más cine europeo que yo.

Este panorama no es de extrañar si tenemos en cuenta que han crecido viendo películas bengalíes que son auténticas obras de arte, alejadas de ritmo de Bollywood y de sus masalas (por muy divertidas que sean algunas), películas en las que una historia coherente y unos personajes magnéticos son la auténtica fuerza de la película, no las canciones ni los guaperas de los actores ni los efectos especiales.

El más famoso de todos los directores bengalíes es, sin duda, Satyajit Ray, del que no paro de ver películas últimamente. También hay otros, como Ritwik Ghotok o Mrinal Sen, pero voy a centrarme en Ray y en uno de sus actores fetiches, Soumitra Chatterjee. Entre los dos han hecho películas maravillosas. Y es que entre los guiones de Ray y las actuaciones de Chatterjee, es imposible que salga una mala película.

Chatterjee empezó a actuar para Ray en la última película de su trilogía (y primeras tres películas), Apur Sansar  (El mundo de Apu). Allí hace de joven Apu, por fin en Calcuta y acabada la carrera, empezando a vivir la vida de un adulto y enfrentándose a la vida y a las dificultades económicas como puede. Al principio es un chico de carácter alegre, para oscurecerse a medida que la vida se complica... Ya se puede apreciar que será un buen actor. Una pequeña muestra: aquí

Otra de las películas que me han encantado de Chatterjee y Ray es Abhijaan (La expedición o El viaje), que vi hace muy poco. Aquí Chatterjee tiene un papel muy diferente del joven recién licenciado de Apur Sansar. En Abhijaan hace de Narsingh, un pobre taxista Rajput (una casta guerrera que llegó a Bengala Occidental desde otros estados vecinos en otros tiempos de guerras) que está obsesionado con la herencia de su casta, y con el código de honor que se supone que debe seguir, a pesar de ser un simple taxista y no un guerrero. Su transformación personal en la película me parece muy bien guiada y contenida, sin sobre actuaciones a pesar de que algunos momentos son bastante trágicos. Una pena que no haya ninguno video decente en Youtube para enlazar, solo he encontrado este subtitulado en portugués del inicio de la película. Nuestro Narsingh-Chatterjee es el del reflejo del espejo roto...



Luego tenemos Charulata, una de las películas más aclamadas de Ray, donde Chatterjee hace de nuevo su papel de joven alegre ex-estudiante de literatura (cosa que estudió en la vida real, será por eso) que al terminar los estudios llega a casa de su hermano mayor, quien es director de un periódico político en contra de los británicos que dominan India. Este hermano está casado con Charu, una joven que se aburre muchísimo y se pasa el día leyendo o bordando, sin apenas nada que hacer en una casa enorme y con un marido que no le hace caso porque siempre está con su periódico y su imprenta. Cuando Amal (Chatterjee) llega a la casa, con su alegría y la literatura, una pasión se despierta en el corazón de Charu, que empieza a verse en el dilema de estar casada con el hermano mayor pero sentir algo por el hermano menor...

Aunque el tema parece un culebrón, Ray lo maneja con mucha sutileza y de nuevo me sorprende lo contenido de las emociones, y que gracias a esa contención podamos observar lo intensas que son. Con una mirada de un personaje (de estos actores, claro, que son buenos actores) entendemos perfectamente lo que pasa por su cabeza, por su corazón, sus dudas, sus temores, sus alegrías, todo...En fin, que me ha encantado. Tiene momentos realmente fantásticos esta película. Y, bueno, qué puedo decir, si yo fuera Charu a mí también me costaría no enamorarme de Amal...

Los tres primeros minutos de este video son una de las partes más famosas de la película. La verdad es que la actriz Madhabi Mukherjee se merece una mención (aunque esté hablando de Ray & Soumitra Chatterjee en este post), porque, aunque en este video la calidad de imagen no sea tan buena, en la película los ojos de Madhabi se iluminan, se ensimisman o se turbian sin efectos especiales.


Y por último, aunque juntos Ray & Chatterjee han hecho muchas más películas, voy a hablar de las de Feluda. Pradosh C. Mitter, alias Feluda, es un detective creado por el propio Satyajit Ray, que además de director de cine era escritor de relatos (y guiones) y hacía la música de sus propias películas. Feluda trabaja en Calcuta, primero como simple detective aficionado para luego hacerse profesional con tarjeta y todo. Sus casos le llevan a lugares más o menos lejanos: en Sonar Kella (La Fortaleza Dorada), hasta Rajastán, al oeste de India, y en Joi Baba Felunath (Larga Vida a Feluda!), hasta Benarés. 

Tengo que confesar que Joi Baba Felunath no la he visto todavía, aunque me he leído el relato, pero si he visto y leído Sonar Kella. Y tengo que decir que Satyajit Ray como director de cine me parece maravilloso, ahora, como escritor de historias de misterio, me parece bastante malo...Pero claro, no se puede ser un genio en todo. ¡En algo hay que fallar! El caso es que, por lo que comentan todos los bengalíes, no hay adaptaciones mejores que las del propio Ray, ni mejores Feludas que Soumitra Chatterjee, aunque muchos otros han intentado pasar las aventuras de Feluda a la gran pantalla. 

Sonar Kella se la recomiendo a todo el mundo. Me parece un clásico del cine de entretenimiento juvenil, algo así como Los Goonies (que diréis lo que diréis, pero es un clásico) del cine indio. Una película que todo aquel que fue niño alguna vez debería ver. Solo que Sonar Kella me parece que tiene más calidad cinematográfica que Los Goonies, pero aunque seáis unos fans de Los Goonies y tengáis dudas al respecto, creedme cuando digo que Sonar Kella aúna arte y entretenimiento de una manera fantástica. Y me gustó también porque Ray fue capaz de resolver los fallos de su relato en la película y dotarla de un suspense y una acción que en el relato no funcionan, sin necesidad de cambiar la historia: simplemente, aprovechando las herramientas del cine, sabiendo usar el lenguaje del cine, adaptando la estructura de una historia que, aparte de la forma de ser contada, es casi idéntica entre la película y el relato.

¿La historia? Pues un niño de Calcuta, Mukul, empieza a recordar su vida anterior y a comportarse de una manera extraña. Recuerda ciudades doradas, batallas, guerreros, pavos reales y piedras preciosas. Los padres, asustados, lo llevan al médico. El médico decide llamar a un parapsicólogo muy famoso y al final, éste se lleva a Mukul a Rajastán, que es el único lugar en India donde pueden encontrarse esas cosas que el niño dibuja por las noches. Mukul está obsesionado con el Sonar Kella, la Fortaleza Dorada, y quiere volver allí. La historia de Mukul se publica en los periódicos de Calcuta, y dos timadores de segunda fila se interesan por las "piedras preciosas" de las que habla Mukul. Pensando que el niño conoce la localización de un tesoro escondido, intentan secuestrarlo sin éxito, pero no desisten y lo persiguen por toda India. Pero el padre de Mukul, temiendo por la seguridad de su hijo, contrata a Feluda como "guardaespaldas" del chiquillo, que ahora perseguirá a los perseguidores.

Os dejo el principio de la película. 

martes, marzo 27, 2012

Necesito vacaciones

No sé cuántas veces he dicho eso mismo ya, "necesito vacaciones". Y nunca me las cojo. Pero es que últimamente todo son cosas por hacer que sigo dejando para mañana, como si yo fuera mi propia burocracia. Se acerca el fin de curso y me agobia que mis estudiantes no avancen y no saber qué hacer ya para que atiendan en las clases, me agobia tener que preparar los exámenes, las dos charlas que están planeadas para el mes que viene cuando mi jefe, sin avisar, se acaba de largar a USA y me ha dejado plantada en la burocracia de la universidad (que cuando se junta con la mía, son terribles), más perdida que un pingüino en el desierto, además del taller de teatro que se precipita hacia su final sin un duro porque lo mío no son los números ni los presupuestos, además de un visado que me causará problemas por la tardanza de otras burocracias (la española y la india) y una mudanza cercana que tengo que arreglar y que solo pensar en ella me da escalofríos.

Yo solo quiero irme de vacaciones. Salir de esta Calcuta que ahora es agobiante, no sólo por todas las cosas que no estoy haciendo -culpa mía- sino del calor - que no es culpa mía. Ahora me pego dos duchas al día porque sino no aguanto. Vuelvo a casa pegajosa y llena de polvo o contaminación, o lo que sea. 

Quiero irme a la montaña o la playita, a disfrutar por una semanita o así de eso que llaman descanso y que no sé cuándo fue la última que lo tuve. Porque entre el calor y el estrés, no consigo ni dormir. Una tarde en Itapoa es lo que quiero...Quedarme dormida en la arena escuchando bossa nova tras beberme un coco. Ais, si me pagaran por soñar...

viernes, marzo 23, 2012

Mi Calcuta II

Más fotos de la Calcuta en la que vivo.

En el tejado de mi universidad, una especie almacén al aire libre de cosas viejas... 

Mi universidad vista desde el tejado. Yo trabajo en el edificio blanco.


Cerca de la universidad, hay un pequeño mercado y muchas callejuelas. Esto es el norte de Calcuta, bastante distinto del sur, donde vivo yo.

La misma callejuela vista desde el balcón de la casa de un alumno que me invitó a un café un día, después de comprar galletas caseras en la tienda donde de la esquina inferior izquierda. ¡Y qué delicia de galletas!

¡Cuántas galletas artesanas!


La misma calle, desde el mismo sitio, en detalle hacia el señor con los cántaros de leche.

En un sitio como este compro yo la comida cada semana: una tela o un carrito en la calle, y un señor sentado con las piernas cruzadas pesando en una balanza como las que ya no se ven en España, calculando mentalmente el precio de 200 gramos de zanahorias...


viernes, marzo 09, 2012

Holi en Kolkata

Ayer antes de salir a celebrar Holi, me preguntaba si Calcuta estaría a la altura de Bangalore en cuanto mi celebración de Holi, y me alegro descubrir que no estuvo tan mal. Justo antes de salir, una alumna me llamó para ir a una fiesta que estaba celebrando una amiga suya a cinco minutos de su casa, y allí nos fuimos, aunque la fiesta había empezado por la mañana y ya quedaba poca gente. 

La decoración del jardín era increíble. Todo colores, una barra de bebidas y otra con un buffet de comida india, dj y hasta una estructura que echaba agua para jugar con los colores debajo, aunque cuando llegamos ya no la estaban usando. El ambiente era muy bueno, la gente estaba como loca bailando y disfrutando, o comiendo. Todos totalmente coloreados, de arriba abajo. Enseguida nos invitaron a pasar, jugar, bailar, beber, comer...todo lo que quisiéramos. 







Nos quedamos allí una hora y algo, y luego salimos para encontrarnos con unas amigas y salir a tomar algo. Fuimos a un lugar totalmente nuevo para mí, dentro de un centro comercial que no conocía en pleno centro. El lugar, Sheesha, estaba totalmente vacío porque era Holi y la gente estaba disfrutando más en su casa que en bares, pero de todas maneras fue un lugar interesante. No sabía que había sitios así en Calcuta (está escondidísimo, así que a ver quién se entera...). Mis amigas también era la primera vez que iban. Al parecer es muy famoso y los viernes no hay quien entre, pero ayer teníamos todo el lugar para nosotras.


Así que además de celebrar Holi, celebramos el Día Internacional de la Mujer con una salida de chicas, jajaja.

Y el día antes, el miércoles, celebramos Holi con nuestros alumnos en la universidad:



En Holi, Calcuta tuvo un toque bangaloreano.

jueves, marzo 08, 2012

De nuevo, Holi


El festival de los colores, Holi, ha vuelto. El año pasado lo viví en Bangalore y llevo dos días disfrutando del ambiente festivo en Kolkata. En el norte es un festival mucho más importante que en el sur, donde apenas se juega, pero como mis amigos eran del norte, no parecía estar en Karnataka.

Ayer jugué con mis alumnos y con otros estudiantes de la universidad, y con Clo, y hoy que es día propio de los colores, voy a aventurarme por la ciudad con la cámara de fotos.

Que Holi vuelva significa que ya llevo más de un año en India, ¡cómo pasa el tiempo! Y aunque este año pueda ser divertido también, Bangalore tuvo algo especial. ¡No se puede comparar!

sábado, marzo 03, 2012

Corta visita a Bangalore

Hay muchas cosas que contar, pero lo primero es lo primero, y si no hago caso de la cronología, pierdo el hilo de las cosas que he contado y las que no. Y antes de escribir sobre cómo fue el evento cultural o mi último descubrimiento por Calcuta, tengo que hablar de la visita relámpago a Bangalore que hice la semana pasada.

Dos días para Bangalore, cuando tienes amigos allí para ver, no son suficientes. Me supieron a muy poco, no vi a todo el mundo, y definitivamente, no comí tanto sambhar como hubiese deseado. Salí el sábado de madrugada y llegué por la mañana a Bangalore, para darme de bruces con dos realidades: que Bangalore tiene un clima maravilloso, del que ahora me doy cuenta, y que Calcuta está vieja. Sí, el aeropuerto de Bangalore es mucho más nuevo, lo sé, Bangalore y Karnataka tienen más dinero y se pueden permitir construir un aeropuerto así. Pero es que no hay color. Al menos el de Calcuta podrían mantenerlo un pelín más limpio, no sé.

Me cambiaron el vuelo dos días antes y tenía que salir a las 5 de la mañana, es decir, que llegué al aeropuerto sobre la 1 y me quedé esperando allí, mientras practicaba a escribir bengalí, y no dormí nada más que en el avión. En el avión, a mi lado iban dos bengalíes que pertenecían a un grupo de unos 5, todos de la misma empresa: una agencia de seguros. A mi lado estaba el jefe, que me contó que como sus 5 trabajadores había hecho muy buen trabajo últimamente, les premiaban así, con una escapadita de cinco días a Mysore y Ooty. ¡Uau!, pensé, ¿qué empresa española hace eso? Y además, me contó, ya habían ido de viajecitos a otras partes de India. No me extraña que sus trabajadores trabajen bien, si me gano un viaje cada dos meses, yo también curraría!!

Me hizo mucha gracia hablar con ellos porque eran taaan bengalíes. No puedo explicar exactamente como, todavía, pero su cara redondeada, comiendo "muri" (un snack hecho de arroz inflado tostado, cebolla y masala), casi todos con sus gafas de pasta y sus curvitas de la felicidad en la barriga: muy bengalíes. Al menos aquí en India la gente no duda en hablarte en los aviones, son muy simpáticos, pero estaba cansadísima y me quedé dormida enseguida.

En Bangalore los perdí, y después de tomarme un té a modo de rápido desayuno, cogí el bus para ir a la ciudad. De repente, todo estaba en kannada y no podía entender absolutamente nada de lo que oía por la calle. Solo a veces, que alguien hablaba en hindi, podía entender palabras sueltas, pero como ya lo tengo muy olvidado, me sentía un país totalmente extranjero. Me he acostumbrado demasiado a escuchar bengalí a mi alrededor todo el tiempo y a ir entendiendo lo que dicen, más o menos, en cualquier parte. Llegar a Karnataka, aunque fuera mi casa hace no tanto tiempo, era ahora como ir a visitar un país extranjero, todo me sonaba a chino.

Por fin llegué y fui a desayunar, un desayuno propiamente dicho, al lado del MTR de St. Mark's Rd. Me hizo gracia que aunque el autobús me dejó en una parte de MG Road que no conocía, pude orientarme y llegar sin problemas a St. Mark's Rd: incluso después de tanto tiempo sin pasar por Bangalore, todavía me sé todas las calles de memoria. Allí  hay un restaurante especializado en huevos y tortillas que tienen unos desayunos estupendos. lo que no es tan estupendo es el servicio, porque los camareros son lentos y un poco mal encarados. Pero aun así, los huevos revueltos con espinacas y tostadas de pan integral valen la pena.

Ya descansada llamé a mi amigo Juan, para ir a la casa donde me alojaría ese fin de semana. Un compañero de trabajo suyo tiene un apartamento muy grande con habitaciones de sobra, y allí me dejaron quedarme. La verdad es que es un apartamento envidiable, todo con suelo de mármol, una cocina bien equipada, aire acondicionado en todas partes, baños con duchas como en Europa, sofás, e incluso una terracita desde la que si te asomas un poco y miras a tu derecha, puedes ver UB City. Una localización fantástica para ir a cualquier parte.

Resulta que este compañero de Juan, que también se llama Juan, celebraba su cumpleaños ese mismo sábado. Allí me encontré a los otros españoles y latinoamericanos que ya conocía de las otras veces, y a algunos nuevos (como un puertorriqueño, expiloto de Kingfisher ahora que está en crisis). Fue una fiesta estupenda, en la que no faltó la música y mucha salsa, no en vano el anfitrión es venezolano...Y no faltaron tampoco unos postres estupendos, que al parecer son obra de la mano mágica del expiloto, al que debería pedirle su receta del pastel de chocolate. ¡No podía dejar de comerlo!

Además de tanta fiesta, me reuní con mis amigos y fuimos a tomar un café, no al café Mocha con su maravillosa terraza al aire libre bajo los árboles - que cerró :(- pero sí al Java City que fue casi nuestra segunda casa mientras estaba en Bangalore. Echaba de menos el café del sur, sin duda. Es casi la única cafetería que aguanta en Lavelle Rd; además de Mocha, Barista también ha cerrado, y ya solo queda este Java City (el de Church St también cerrró) y un Café Coffee Day de esos que crecen como setas en las ciudades. 

Pero lo mejor fue después, cuando fuimos a UB City al Skyye, que está en una terraza en lo alto del edificio y desde donde se puede ver todo Bangalore. Es un lugar con mucho estilo, un pelín caro, y que por la noche en lugar de encender luces en las paredes de cristal de la terraza, o de tener lamparitas en las mesas, ilumina el suelo, y las propias mesas. Es un poco rollo, porque para leer el menú tienes que girarlo contra la mesa y girar la cabeza tú también para leerlo, pero le da un ambiente increíble al lugar. Eso, con música chill out, y el único lugar donde puedes encontrar cerveza Asahi de importación. Los camareros son muy atentos, siempre pendientes de si necesitas algo. Cuando pedí la Asahi, el camarero me miró con cara de "lo siento, no queda...", pero cuando le dije que es que la Kingfisher no me gusta, se fue al almacén prometiendo que buscaría alguna, y encontró dos botellas que reservó para mí. ¿Se puede ser más majo?



Bangalore al atardecer desde el Skyye


El Skyye. Todo el suelo, las mesas y la barra, de este color azul, son en realidad de cristal con luz debajo, de manera que de noche todo tiene una luz blanco-azulada que se refleja en los cristales de las paredes y en las sillas y mesas blancas...una pasada.

Después de una cena en Koshy's, un clásico que no podía faltar, y un helado para no perder la costumbre, volví a casa a la fiesta de cumpleaños. En Koshy's me di cuenta de que tiene un ambiente similar a la Indian Coffee House de Calcuta, salvando las distancias, porque Koshy's es un restaurante con todas las letras, pero las mesas son iguales y el color de la atmósfera, la cara de los camareros (aburridos de servir), la gente de todas las edades yendo a charlar con un café (o una cerveza en el caso de Koshy's), con cuadros en las paredes de distintas exposiciones...son lo más genuinament bohemio que he visto en India hasta ahora.

Al día siguiente Juan me tenía preparada una excursión a tres templos cerca de Bangalore (cerca significa 4 horas como mínimo en coche), con taxi reservado y todo. Pero como terminamos el cumpleaños tan tan tan tardísimo, decidimos que era mejor aplazarla para otra ocasión...aunque tal vez no haya otra ocasión, porque parece que mi amigo se vuelve a Madrid, próximamente, aunque no descarta la posiblidad de tener que volver a Bangalore. Parece que los negocios en India si van bien, no como en España.

Para despedirse, me regaló ciento y mil cosas; bueno, libros y un disco. Pero como me apasiona leer, es el mejor regalo que me podían hacer. ¡Gracias! (Por cierto, como sé que lees este blog, que sepas que ya me he leído dos de los libros, y estoy por la mitad del de Crimen en Calcuta).

El último día fue un día de relax. Fuimos a comer a un restaurante muy moderno y con mucho estilo no lejos de UB City, también con terraza y un menú de comida occidental. La verdad es que hecho de menos la cantidad de restaurantes y bares y cafeterías con terraza que hay en Bangalore. Supongo que la lluvia de los monzones en Calcuta hace que los empresarios se lo piensen mucho antes de poner algo en una terraza, o tal vez sea el ruido de los coches o la contaminación. Pero las terrazas dan un toque especial a cualquier restaurante, aunque no sean gran cosa, y ojalá hubiera más en Calcuta. Sobre todo en estas noches de casi verano que es ya aquí, pero en las que todavía refresca un poco, una terraza es lo que más apetece.

Este restaurante, el Spiga, lo recomiendo porque la comida tiene un sabor estupendo, los camareros son muy amables y tienen my buena memoria (no les hace falta apuntar lo que pides), y el ambiente y la decoración son buenos, y está muy limpio.

Después de descansar un buen rato, había intentado quedar con mi amiga Prachi, pero no se encontraba bien, estaba en casa con náuseas....¡y es que resulta que está embarazada! Felicidades, chica.

Cuántas sopresas en solo un fin de semana: un amigo se va y otra va a tener un hijo/a. Un fin de semana en Bangalore es demasiado intenso. No da tiempo a todo ni a enterarse de todas las noticias....

De vuelta a Calcuta el lunes por la mañana temprano, salí de mi burbuja de Bangalore para volver a la realidad, el calor húmedo, el polvo y el ruido infernal del tráfico de Calcuta. Pero también para volver al té en la calle, al muri y a escuchar un idioma que cada vez se hace más y más familiar.

Hablando del idioma, una anécdota. Cuando estaba el domingo por la noche tomándome un café con un ex-estudiante en otra terracita, pero esta vez en Koramangala, de repente en la mesa de al lado se sentó un grupo de jóvenes que empezaron a hablar. Y me quedé paralizada. ¡Eran bengalíes! Una o dos palabras y pude reconocerlo y entender un poco de su conversación. Y como me quedé callada un buen rato, en shock todavía sin darme cuenta de que es que estaba escuchando bengalí, mi amigo se rió y me dijo: "¿Qué?, te has dado cuenta, ¿no? Son bengalíes. Ahora te sientes como en casa, ¿no?"

Pues sí, me sentía un poco más en casa, no quizá "en casa", pero sí "en mi país". ¡Ya no estaba en un país extranjero! Ah, la magia de entender lo que dice la gente en la calle...lo cambia todo. Aunque entiendas el 10% de lo que hablan, lo interesante es que entiendes sin escuchar, y lo que hablan deja de ser simplemente un ruido más, para volverse algo humano.

La de cosas que se descubren en Bangalore, además de restaurantes :)

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