lunes, diciembre 31, 2012

India, ¿el peor país para ser mujer?

Ser mujer es difícil en todas partes del mundo, pero al parecer una encuesta entre especialistas, la India ha sido declarada como el peor país para las mujeres, de los países del G20 (había que ver qué pasa con los paises que no son del G20), incluso por delante de Saudi Arabia. El periódico inglés The Guardian ha hecho una magnífica investigación y tiene unos artículos buenísimos sobre el tema, pero esto también suena a coincidencia "rara", ya que el resultado de esta encuesta y estos reportajes salen a la luz justo una semana después de una violación en un autobús de Nueva Delhi que ha sacudido el país, mediáticamente al menos. En Calcuta he visto varias manifestaciones, han apagado las luces de navidad durante una hora cuando la víctima murió, y han abierto un número de urgencia al que cualquier mujer en peligro puede llamar a cualquier hora, con la idea de que la policía localice la llamada por gps y acuda en su ayuda (si es que les apetece levantarse de la silla, claro...no me fiaría yo mucho de los policías en India. Aunque en West Bengal, de momento me parecen bastante mejores que en cualquier otra parte de India que he visitado).

Los artículos están en inglés, con fotos y videos, y estos temas también salieron en su momento en ese programa de televisión del que hablé más de una vez, Satyamev Jayate, donde la superestrella de Bollywood Aamir Khan trataba temas "delicados" para la sociedad india, como el aborto de niñas, el maltrato a las esposas, el sistema de la dote... Incluso unos amigos están preparando un proyecto de, digamos, documental, sobre la desigualdad de género en india, entrevistando a todo tipo de mujeres, desde profesoras, a mendigas, pasando por prostitutas. Es el tema de moda, pero espero que no sea una moda que pasa con el cambio de estación, y que los políticos tomen realmente alguna medida al respecto. Cosa que de momento, aunque tantas protestas están poniendo incómodos a los políticos, no es que estén cambiando nada. Que una mujer (aún por encima occidental...que debería tener una visión mucho más avanzada del tema), Sonia Gandhi, sea la mandamás de India en la sombra, y que su propio partido, que es el que gobierna, no haga nada al respecto, es desesperanzador.

No puedo traducir todo el artículo de The Guardian, que es demasiado largo. Pero voy a centrarme en algunos interesantes pasajes: 

"En una encuesta hecha a 370 especialistas en cuestiones de género de todo el mundo, India ha sido votada como el peor país del G20 para ser una mujer. Fue doloroso (para India) - sobre todo porque el siguiente país en la lista era Arabia Saudí. Pero los expertos lo tenían muy claro. "En India, las mujeres y las niñas continúan siendo vendidas como si fueran mercancía, se las obliga a casarse con apenas 10 años, se las quema vivas por disputas familiares relativas a la dote que han de pagar a la familia de sus futuros maridos, y a las chicas jóvenes se las explota como esclavas domésticas", dijo Gulshun Rehman, uno de los especialistas encuestados, consejero del programa de salud infantilde Save the Children en Reino Unido."  (notar que el nombre de este especialista es indio).

"La preferencia por los hijos y el miedo a tener que pagar la dote ha resultado en 12 millones de niñas abortadas en los últimos 30 años, según un estudio del 2011 de la revista médica The Lancet."

"Maini Mahanta, editora de una revista para mujeres de Assam, explica como la tradición todavía señala a las mujeres como víctimas indefensas en lugar de individuos con libertad de pensamiento y con control sobre su propio destino. Las chicas todavía atan pulseras de hilo rojo, Raksha bandhan, alrededor de las muñecas de sus hermanos, como símbolo que les recuerda a ellos que tienen el deber de protegerlas. Mahanta protesta también, sobre el libro de Manu, un antiguo libro que declara que 'una mujer, cuando es joven, es guiada por su padre, cuando es adulta, por su marido, cuando es vieja, por su hijo'. Le resulta desesperante el culto a `la buena chica, que ha sido enseñada para andar despacio como un elefante y a no reírse demasiado alto'. 
Incluso en  Mumbai, la ciudad india más cosmopolita de todas, algunas mujeres han sido arrestadas y acusadas de prostitución por  beber en un bar."
"Existe una continua incapacidad para ver a la mujer en otro papel que no sea el de madre, hija o esposa. Los medios de comunicación inidos se han referido con persistencia a la víctima de la violación de Delhi como "la hija de la nación". Incluso en su muerte, se la ha confinado dentro de uno de estos tres papeles (nota mía: era una estudiante de fisioterapia de 23 años que volvía a casa después de ir al cine con su novio). Pero un país moderno necesita y crea mujeres que son independientes."

Ahora que conste que India es mucha India, como yo siempre insisto, y que los estereotipos no valen. Nueva Delhi, Mumbai, Bangalore o Calcuta son tan diferentes unas de otras que no se puede comparar. También España no está en la lista de países del G20 al que hicieron la encuesta, y yo me pregunto que si Irán o Afganistán hubieran estado en la encuesta, quizá India no habría salido la primera. Pero estamos hablando de países ricos, aunque no sé muy bien por qué se espera que un país rico (aunque el dinero lo tenga el 1% de la población mientras los demás viven en la miseria...y aquí hablo de Estados Unidos) tenga un pensamiento progresista, avanzado. El desarrollo tecnológico o económico no significa que haya un desarrollo de mentalidad. En eso el ser humano, pues va a paso de tortuga. Mi ejemplo más claro es Japón, donde aunque las mujeres tienen mucha libertad, todavía, como en India, se las ve como madres, hijas o esposas, y poco más. Su vida se limita a estar guapas y delgadas, casarse jóvenes, tener hijos, sacrificar su vida y personalidad por su familia, y gastarse todo el dinero que puedan en ropa. Podrán estudiar, podrán beber, fumar, vestirse como quieran, viajar solas, conducir, pero, ¿eso es toda la libertad que puede tener una mujer?

Cuando estaba en Salamanca el primer año, la primera semana, teníamos que ir de novatadas, como en toda buena residencia universitaria. Nos llevaron a los novatos y novatas a una plaza de fiesta, donde nos obligaron a beber alcohol y, a las chicas, los estudiantes con antigüedad - y hablo de hombres - querían hacernos bailar en plan bar de estriptease (pero sin estriptease) con las farolas. A lo que yo les insulté y me largué de vuelta a la residencia. Tampoco nadie intentó pararme, la verdad, es solo una broma, pero joder con la bromita... Total, que yo era nueva en Salamanca y no conocía el camino de vuelta y estuve como una hora dando vueltas perdida. Mientras buscaba el camino, un hombre mayor, borracho, sin afeitar y con la botella de cerveza en la mano, gritaba que las mujeres eran todas unas putas. Salí corriendo de aquella calle. En España 57 mujeres han muerto por violencia doméstica en este 2012 que termina, y no contamos las que han sufrido maltratos y lo han denunciado, pero siguen vivas, ni aquellas que no lo han denunciado todavía, ni aquellas que han muerto por violencia de género pero no ha salido a la luz. En India, creo que ni siquiera se cuentan.

Si, aquí la gente me mira cuando entro en un bar (depende del bar, claro), he visto a poquísimas mujeres fumando (únicamente en Park Street, la zona de fiesta), y cuando alguna vez he hecho cola para comprar una cerveza en una tienda ha veces me he tenido que salir porque me han hecho sentir mal las miradas, en Calcuta, porque en Bangalore esto nunca me había pasado. Aunque en Bangalore nunca vi a una mujer fumar, lo del alcohol era otra cosa. Pero aquí estoy hablando de cuatro grandes ciudades cosmopolitas, no de los pueblos donde vive la mayor parte de la sociedad india, como Shakuntala, la chica de la que hablé en mis entradas sobre "Las dos Bengalas".
Estas dos cosas son, en realidad, signos superficiales. Lo que realmente marca una diferencia es que las mujeres aquí no se sienten libres, sino forzadas por sus seres queridos, qué ironía, para cumplir las normas sociales de "niña-esposa-madre", sin darles opciones a desarrollarse como personas independientes y libres. ¿De qué vale tener un máster o un doctorado, si tienes que estar encerrada en casa? ¿De qué vale la educación si tienes miedo de lo que van a pensar tus vecinos si vistes así o asá, si llegas a tal hora a casa, si haces esto o lo otro (o si no lo haces)? El miedo al cotilleo y al que dirán ata a las mujeres a ese rol tradicional, sobre todo en las ciudades, donde las mujeres tienen más acceso a la educación. Las que no tienen ni acceso a educación, lo tienen doblemente difícil.
Aunque también podríamos hablar largamente de la presión de los hombres por cumplir su papel en la sociedad de "hombres-esposos" que "traen el pan a casa", etc. En este tema tan complejo, me parece que la clave está en la desigualdad de oportunidades (como en tantos otros problemas) y la presión de una tradición que si bien sirve para organizar la sociedad, no significa que "sirva" para ser feliz. Y otra pregunta, ¿qué es más importante, el orden social o el bienestar individual, cuando estos dos objetivos no van de la mano?

viernes, diciembre 28, 2012

En el viaje de la vida

Una  DOS bonitas canciones que canta Kishore Kumar y "actúa" Rajesh Khanna (que ha muerto este año que se acaba, y que es una de las grandes leyendas de Bollywood), sobre el viaje de la vida:

Zindagi ke safar me


Lo que dice es algo como lo de Machado y los caminos (o sendas) que nunca se han de volver a pisar: zindagi ke safar mein guzar jate hain jo makam / woh phir nahin aate, woh phir nahin aate!  La tierra que pisamos al recorrer el camino de la vida / no la volvemos a encontrar, no la volvemos a encontrar. 



Zindagi ka safar 
(todavía no entiendo por qué se dice "ke" en la primera canción y luego "ka" en la segunda..esta palabra es la preposición postposición "de", y viene a unir exactamente los mismos sustantivos... no se... si alguien sabe que comente)


Aquí lo que dice no es menos interesante que en la otra canción, aunque no le encuentro tanta conexión con Machado esta vez: zindagi ka safar hai ye kaisa safar / koi samjha nahin koi jaana nahin / hai ye kaisi dagar chalte hain sab magar / koi samjha nahin koi jaana nahin Qué clase de viaje es el viaje de la vida / nadie entiende nadie sabe / todos caminamos por pendientes pero de qué clase son* / nadie entiende nadie sabe.

* esta frase la entiendo pero no soy capaz de traducirla bien...y entre "caminos" o "altibajos" me he decantado por pendientes, sin indicar si son hacia arriba o hacia abajo. Seguramente en ambas direcciones.

Espero que os gusten.

Y una última cosa, sobre otra leyenda del cine indio, pero no de Bollywood, sino del sur: Rajnikanth. Este es un actor que es la quintaesencia del héroe, sobre el que hacen chistes como: "el sol no amanece hasta que Rajnikanth no dice buenos días", o "Rajnikanth no lleva reloj. Él decide que hora es". Con este tipo de chistes os podéis imaginar los papeles que hace...Pues el colmo es que una página web dedicada a él, funciona solo (pero de verdad), SIN INTERNET. Es el chiste hecho realidad...

sábado, diciembre 22, 2012

Hay dos Bengalas (y aquí está por fin la segunda parte)

El domingo me desperté en Bongaon una hora más tarde de lo debido, pues había quedado en ir a Habra, el pueblo donde vive Subhas, a las 8 de la mañana. Después de avisar por teléfono (de hecho, me desperté porque me llamó Subhas...) y del merecido rapapolvos (qué palabra más curiosa esta, ¿no?), me encontré con la primera dificultad: ducharme. No es que no hubiera ducha, que la había, al estilo indio: llenas un cubo de agua, y con un cacito, te la vas echando por encima. Esto ahorra agua, y no la ducha. Pero el problema era que el agua tenía mucho hierro, y salía medio roja. Y helada. Por fin me trajeron un poquitísimo de agua caliente, para mezclar con la fría y hacerla templada: pero era tan escasa que me duché con agua fría al final. La cuestión era el pelo: ¿podía lavarme el pelo con semejante agua? Pues no, me dijo Shakuntala, ella no lo hacía. Me trajeron agua filtrada, de nuevo, demasiado poco para mi pelo, que ya me ha crecido bastante. Así que al final, usé el litro de agua que me habían dejado por la noche para beber, y un poco de agua oxidada, porque no me daba para aclararme el champú. Conclusión: tengo que cortarme el pelo.

Después de desayunar un delicioso curry de papaya y un par de rotis, por fin salimos hacia Habra. Al final fuimos en coche, y fue la primera vez que Shakuntala y yo estábamos a solas. Ella aprovechó para preguntarme lo que más le interesaba saber de España: ¿cuál era la situación de la mujer en España? ¿Era un ciudadano de segunda como en India? Me contó que a pesar de haber estudiado en la universidad Zoología y haber estudiado un máster en Ciencias Medioambientales, desde que se había casado y tenido a su hija, no tenía tiempo para nada más: cuidar de su hija, de su marido, de la casa, de sus padres (su madre había superado un cáncer hacía apenas unos meses), de su suegra, de sus sobrinos... No le quedaba nada de tiempo para ella, ni para estudiar ni para trabajar. Quizá por eso intentaba aprender español: para hacer algo por y para ella misma, aunque no me dijo esto directamente, tan sólo es mi hipótesis. Era una mujer de buena familia y de educación, pero no podía enfrentarse ella misma y sola a su "papel" social y familiar que debía cumplir. Al español había que añadir su otra actividad (aunque la comparte con su marido y su hija): pertenecen a una pequeña ONG que intenta proteger animales que los agricultores, por lo general, matan por peligrosos para sus cosechas. Lo cierto, es que en su familia y sus amigas, solo dos trabajaban. Una era su hermana, que realiza una tarea típicamente femenina: ser profesora de sánscrito en una escuela; y la otra era su amiga Nandita, que era cantante amateur en eventos. Además de amas de casa.

Yo le conté que la mujer en España necesita trabajar, porque sino la familia no puede mantenerse, que en mi familia todas las mujeres habían trabajado, en diferentes campos, desde limpiando hasta cosiendo pasando por enseñar y por oficinas. También le conté que hacía 50 años, pues la mujer en España sufría como ella sufre ahora, quizá más, porque ella ha podido estudiar hasta un máster (aunque debe ser frustrante tener un máster y no poder trabajar de ello...ya sea por la crisis económica o por los obstáculos sociales), y hace 50 años, ¿qué mujer en España tenía un máster/estudios de posgrado?). En fin, ella me escuchaba con avidez todo el camino.

Por fin llegamos a Habra, después de recoger a la amiga cantante, Nandita, y en casa de Subhas nos estaba esperando medio pueblo: profesores de escuela, dos cantantes, un médico-músico, dos representantes de dos televisiones locales, y muchos ex estudiantes de Subhas, que ahora eran desde repartidores de leche hasta profesores. Y todos los chavales que aprenden con él. Habían preparado un espectáculo de música, poesía y baile encantador, en el que hubo desde Rabindrasangeet (no pueden faltar las canciones de Tagore), hasta canciones de Kavi Nazrul Islam, otro poeta y compositor desgraciadamente bastante desconocido porque la sombra de Tagore es demasiado larga, pasando por poemas en inglés, el "We shal overcome" cantado a coro, y bailes de música tradicional en su versión fusionada por uno de mis grupos Bangladeshis favoritos, Bangla. 


Nandita, la amiga de Shakunatala, tenía una voz maravillosa, sí.


Este cantante, que no es famoso a nivel estatal pero sí en la región, al parecer estudió canto con otro que sí era famoso, pero cuyo nombre no recuerdo. Cantaba con auténtico sentimiento.


Una niña monísima que bailó con toda la energía del mundo una de mis canciones favoritas :)


Después de las actuaciones, de fotos, y de dos entrevistas en bengalí para dos televisiones locales, Subhas me llevó (¡por fin!) a la oficina-comuna central de su partido, el SUCI (Socialist Union Centre of India). Más que socialistas son comunistas, en realidad. Viven cuatro familias más unas cuatro o cinco personas más, todos juntos, en una casa grande, que por fuera parece bien construida pero que por dentro está sin pintar, las escaleras algunas todavía son simplemente ladrillos, faltan tabiques, las sillas y mesas son viejas y algunas están un pelín rotas...Pero había otra cosa mucho más llamativa que la forma de vivir comunitaria, en la que todos comparten sus ingresos, su espacio, su comida y sus cosas, o que el estado de la casa. Veréis, cuando entré, en el salón principal había un chico joven estudiando. Al parecer era un estudiante de derecho que llevaba poco tiempo en la casa. A su alrededor, unos cuantos libros más, pero en las paredes...¡Dios mío, las paredes! ¡Todo el salón estaba cubierto de estanterías llenas de libros, catalogados por temas, con puertecillas de cristal para que no les entrara el polvo! Había libros de ciencia, de sociología, de matemáticas, de política, clásicos...y en las paredes, arriba, cuadros y fotos: sí, Marx, Lenin, Stalin, algunos líderes indios, y...el cuadro de Delacroix, La libertad guiando al pueblo. Shakuntala pregunto inocentemente si esa mujer era Juana de Arco, a lo que el joven estudiante replicó enseguida y apasionadamente con un "no". "Esta es la Libertad guiando al pueblo, de Delacroix, un pintor francés. Representa a la Libertad guiando a la humanidad para el futuro". A lo que yo añadí que era de la época de la Revolución Francesa. Al decir eso, el chico inmediatamente sonrío y creo que le caí bien sólo por eso.

Pero mi sorpresa ante su conocimiento (y pasión) por el cuadro de Delacroix la menciono porque: uno, Shakuntala no sabía nada del tema, y parecía que Subhas tampoco; dos, no creía ni creo que los indios sepan mucho ni de historia europea ni de arte europeo, porque suficiente tienen con estudiar lo suyo, que no es poco; y tres, porque cuando se lo comenté a Charline al volver ella me dijo que hacía una semana que había enseñado ese cuadro en clase a sus estudiantes de segundo (y último año) de máster, y ninguno lo conocía....después de cinco años de estudiar francés, cultura, literatura e historia francesa, en la afamada Universidad de Calcuta. Pero en Bongaon, un sencillo estudiante de Derecho que vive en una comuna, lo conoce. Olé.

Por fin subimos, por unas estrechas escaleras, para conocer al jefe del partido en la región, Shankar Ghosh. En la habitación donde dormía y trabajaba, solo habia una mesa y una silla, un banco, un armario, una larga estantería con puertas de cristal cubriendo la mitad de las paredes, también llena de libros hasta arriba, una cama, y un ordenador en otra mesilla, cubierto por una sábana para que no cogiera polvo. Cuando llegamos, estaba corrigiendo alguno de sus escritos en bengalí, con un bolígrafo de tinta roja. Llevaba una camisa blanca y un lungi (una especie de toalla larga con diseño a cuadros, un traje tradicional) azul atado a la cintura. En su mesa, más y más libros, y un enorme diccionario de Bengalí-Inglés. Era un hombre moreno, con el pelo que empezaba a ponerse canoso, de unos cincuenta años. Su mirada era muy tranquila: sus ojos castaños, claros para ser indio, caían un poco a los lados, dándole un aspecto un poco tristón. Su sonrisa era sencilla y, no sé qué otra palabra podría usar, yo diría "acogedora".

El Sr. Ghosh me preguntó cosas generales sobre mí y mi opinión del pueblo, de Calcuta y de India, hablamos del significado real de democracia (en sus palabras: "democracia es que nadie pase hambre", lo cual es una interesante definición, pero creo que hay algo más que no pasar hambre para tener democracia....), hablamos de Corea del Norte (al parecer dos enviados de Corea del Norte, uno de ellos médicos, habían venido hace poco al pueblo, habían charlado e intercambiado información, porque ya se sabe que los obreros del mundo están todos unidos, la nacionalidad no importa. Y el médico hasta había tratado a alguno de los miembros del partido. Cosa que no entiendo, porque no es que no haya médicos en India), hablamos de Estados Unidos y de su imperialismo, me preguntó por Franco, por la situación de España entonces y ahora, cómo iba el movimiento obrero allí, por ETA... Yo le pregunté por su vida: llevaba 37 años viviendo en esa comuna, nada era de su propiedad, todas sus cosas las donó al partido en su momento, y viven de donaciones y ayudas de miembros del partido que entregan algo (o todo, si vivenen la comuna) de lo que ganan. Todo el dinero que entra lo usan para vivir, financiar los estudios de los que viven en las diferentes comunas, y para los eventos y publicaciones del partido. Pero normalmente funcionan como una red cooperativa en la que si tienen que preparar una conferencia, o un mitin, pues alguien les presta el lugar, otro los altavoces, etc, de modo que tampoco es que haga falta mucho dinero. A las afueras del pueblo hay una gran comuna en la que viven unas 300 personas, con granja y campos, donde todos colaboran para que funcione: un experimento de organización comunista en la que todos los miembros del partido están obligados a vivir y trabajar cada cierto tiempo, a no ser que algo se lo impida (como una enfermedad o así). Han montado escuelitas o centros de enseñanza (como hace Subhas, que junto a otras personas enseña a los niños que viven al lado de las vías del tren, que por lo que he visto siempre en India, son de los más pobres que hay). Cualquier persona es bienvenida a la comuna mientras tenga una actitud positiva y unos buenos hábitos. 

Mientras charlábamos, nos ofrecieron té y dulces (al parecer los sandesh de Bongaon son muy famosos), y el Sr. Ghosh me regaló tres libros: uno sobre Stalin, en inglés, y dos en bangla, uno sobre Master da Suryo Sen, un luchador por la independencia de India, y otro, el que me parece más interesante, sobre Pritilata Waddader, que resulta que es la primera mujer que luchó por la independencia, llegando a sacrificar su vida por la causa, y de la que nadie ha oído hablar jamás en Occidente (sólo conocemos a Gandhi y a Nehru, pero hay mucha gente metida en esto de la Independencial. Claro que no hay una película de Attenborough llamada "Pritilata" o "Netaji"...). Ahora solo me queda aprender el bangla suficiente para poder leerlo... De momento, sigo con los libros infantiles.

Al final de esta charla, en la que me hubiera gustado preguntar más cosas, y en la que el jefe también se quedó con ganas de más información, me hizo prometer que volvería a Bongaon para hablar de nuevo, y en especial, para dar una pequeña charla sobre los problemas del desempleo en España (el desempleo, en todas partes del mundo, es algo que le preocupa mucho), y sobre los movimientos de protesta actuales. Así que chicos, en febrero, ¡habrá otra entrada sobre Bongaon!

Tras esta charla y té, por fin tocaba otra de las cosas que vine a hacer a Bongaon: dar una charla general sobre España. En una pequeña academia en el centro del pueblo, Subhas, el hombre que hizo su doctorado sobre Octavio Paz, y el dueño de la academia, habían preparado un aula para las circunstancias.

Con la foto de Lorca y un mapa de España que me vino de maravilla para la charla.

Como me habían pedido que trajera fotos y videos y música, había pedido un proyector, pero cómo instalar el proyector...nadie sabía. Menos mal que Shakuntala tenía un ordenador portátil. Como en todas las charlas, conferencias y programas culturales aquí, empezaron con música y poemas: un poema de Borges, de Octavia Paz, y otro de León Felipe (en español y bengalí los tres), y la canción We shall overcome, que es el super hit de Bongaon. El poema de León Felipe, que leyó Shakuntala, hablaba de "hay dos Españas", así como hay dos Bengalas: de ahí el título de estas entradas. Después Subhas me presentó, en bengalí, y por fin empecé yo, un poco en español y después todo en inglés. ¿Dónde está España? ¿De dónde vengo yo? ¿Cómo es el español? ¿Por qué se habla español en Latinoamérica? ¿Cómo es España? Fotos, videos actuales y música acompañaron la charla (les encantó Jorge Drexler y la Muiñeira de la Chantada), y por fin una ronda de preguntas, que fueron desde el clima en España, hasta los parecidos y diferencias entre el español y el inglés, pasando por la situación de los transexuales en España (una pregunta que no imaginaba en absoluto que me fueran a preguntar) y los efectos de la globalización en España. Increíble el interés que tienen en este pueblo pegadito a Bangladesh.

Para terminar, el típico regalo de flores y de un libro de Tagore traducido al ingĺés (ya tengo tres), y salir corriendo a la estación de tren para volver a Calcuta. Sin duda, un fin de semana interesante.


lunes, diciembre 17, 2012

Hay dos Bengalas

El fin de semana pasado, mi amigo y alumno Subhas (el protagonista de la obra de teatro de Los viejos no deben enamorarse, que realizamos el mayo pasado), me invitó a su pueblo cerca de la frontera con Bangladesh. Quería que animase a sus alumnos a aprender español, que alimentase la curiosidad de la gente de allí mostrando cómo es España, y quería enseñarme cómo funcionan las cosas en su pueblo. Un pueblo normal y corriente de Bengala Occidental, con profundas huellas dejadas por la partición de Bengala en dos.

Al principio no me hacía demasiada ilusión, la verdad, pero ha sido una experiencia única e irrepetible. Me seducía el viaje, sí, y ver la casa de Bibhutibhushon Bandopadhyay, un famoso novelista bengalí, autor de las novelas en las que se basa la Trilogía de Apu de Satyajit Ray. Y otra cosa más: conocer la comuna y sede del partido comunista al que pertenece, el SUCI.

Me levanté a las 7 de la mañana para terminar de preparar mi mochila, desayunar, y salir a Sealdah para tomar el tren de las 8.50 de la mañana. Allí me encontré con Subhas y con Ronjit, que también participó en la obra de teatro (una de las hermanas), un profesor de inglés que vive en Calcuta pero que trabaja en este mismo pueblo al que íbamos. El tren, el Bongaon local, está lleno de gente todos los días y a todas horas, pero en apenas dos horas se pone en la frontera con Bangladesh. En coche, en cambio, me enteré más tarde, se tarda unas 4 horas. 

No iba a quedarme en casa de Subhas, sino de Shakuntala, una alumna suya y zoóloga, que tenía la ilusión de que me quedase en su casa para practicar su español, aunque al final acabé practicando yo más bangla con su familia que ella español conmigo. Vivía en una casa grande, de dos pisos, jardín y oficina anexa donde su padre trabaja como abogado. Vive allí con sus padres, su marido, su hija y su suegra. La suegra, una mujer mayor y viuda, me impactó desde el principio por su energía y su desenvoltura. No se parecía en nada a las viudas descritas por el libro de Eating India, que he subido al blog anteriormente: no estaba dejada de lado en ningún momento, y atraía toda la atención de la familia.  Ilusionada por la visita de una extranjera, quiso invitarme a ver la casa donde nació, la casa ancestral de su familia, en un pueblo en Bangladesh, al lado del río Ichamati que hoy en día hace de frontera: la mitad del río es Bengala Occidental, mientras que la otra mitad es Bangladesh. 

Aunque este era un plan distinto al original, nos dió tiempo primero (por mi insistencia) a ver la casa de Bibhutibhushon. Fuimos en coche, porque la familia no tiene pero si tiene un conductor que alquilan con gran frecuencia; tanta, que Amitabh (el conductor) es casi otro miembro de la familia. Me hizo gracia que su rostro se parecía muchísimo al de Ranjit, nuestro conductor de Darjeeling: un poco más mayor y gordito, pero el mismo rostro y la misma sonrisa, y la misma disposición amable y charlatana. 

La casa del escritor estaba escondida entre bananeros y datileros, a las afueras del pueblo. Era una casa normalucha que estaban reparando, con la idea de ampliar y mejorar el museo que contiene. Ahora, es sólo una habitación llena de fotos, libros, y de las esculturas de madera que el propio Bibhutibhushon hacía a mano:

Un pequeño Rabindranath Tagore


En la casa museo vivía un guardián, permamentemente, y estas eran todas sus pertenencias.

Ya en el jardín de esta casa, y durante el resto del camino a Bangladesh, la naturaleza era verde brillante, gruesa y devoraba cada pedazo de tierra. Los bananeros, los datileros, las palmeras, diferentes plantas de hojas enormes, cubrían los bordes de las carreteras. Los árboles eran grandes, con troncos anchos en los que los aldeanos pegaban bostas de vaca en forma circular y aplanada a secar, para luego usarlas como combustible. En los campos, crecían la mostaza, el arroz y el cilantro salía salvaje de cada hueco, aromatizando la región. Había vacas, ardillas, grullas y niños jugando por todas partes.


Las grullas y la mostaza


La carretera a Bangladesh

En el coche íbamos escuchando Rabindrasangeet (canciones de Tagore) de fusión, que convertían el paisaje verde y tranquilo en un ensueño. Ojalá hubiera recorrido el camino en bicicleta para poder pararme en cualquier momento a sacar fotos. Por desgracia, casi todas las fotos las he tenido que tomar desde el coche
A los lados de la carretera, tras los bananeros y otras hierbas, surgían como setas casitas de bambú con techos de hojas de palmera, donde vivían los aldeanos de aquella tierra de nadie. La frontera se veía a la distancia, un muro bajito con una reja de metal que dividía una misma tierra.


Al fondo podeís observar la valla de la frontera

Al llegar a un punto de la carretera, un soldado nos salió al paso: estábamos dejando India. Shakuntala le dijo que iban al pueblo de sus ancestros, y el hombre nos dejó pasar con un ligero movimiento de hombros, sin más trámites. Nunca pensé que sería tan fácil. Al cabo de unos 500 metros, encontramos otro control: entrábamos en Bangladesh. En el campamento (con tiendas de campañan de verdad), había unos pocos soldados, idénticos a los anteriores, que tan sólo pidieron ver los papeles del coche y sin más nos dejaron pasar. A mí no me preguntaron nada de nada. Menos mal, porque no llevaba el pasaporte conmigo, y la fotocopia la había dejado en casa de Shakuntala. No había pensado que íbamos a ir a Bangladesh.

Poco a poco, nos internamos en una aldea, dejando atrás las casas aisladas. En esta aldea había alguna que otra tiendecilla, alguna casa con techo de tejas, y los más afortunados vivían en casas de ladrillo, pintadas, como siempre, de los colores más extravagantes posibles - rosa palo, verde limón, amarillo. Había todavía un pandal para Kali Puja, y a ambos lados de la carretera, bajo los árboles, había aquí y allá estatuillas de dioses dejados allí tras otras pujas: Kartik Puja, Durga Puja, algunas estatuas de Shiva, otra de Krishna y Radha...

Dejamos el centro atrás y nos adentramos en un denso bosque de palmeras y bananeros, vacas atadas y sueltas, gente sentada mirando pasar el tiempo. Entre las casas de bambú, divisé una estructura de piedra, y allí paramos: era el templo de terracota, dedicado a Shiva, que pertenecía a la familia de la suegra de Shakuntala. Estaba dentro de lo que eran sus tierras, pero nadie se había ocupado de mantenerlo, y llevaba abandonado muchísimo tiempo, a pesar de ser una belleza de 200 años. 




A unos pocos pasos, detrás de unos árboles frondosos, entre la maleza, estaba la casa. Tan antigua como el templo, de piedra, se había venido abajo totalmente por la falta de mantenimiento y el último monzón. Hacía mucho tiempo que nadie vivía allí: la suegra había tenido que huir de su casa durante la partición de Bengala en lo que hoy es Bengala Occidental y Bangladesh. El tercer piso se había caído sobre la estructura el edificio, y hoy solo quedaba parte de la fachada principal, hasta el segundo piso, y parte de la cocina, además de un pequeño almacén de bambú que estaba negro, no sé por qué.


Las ruinas y los árboles


 A la suegra se le cambió la mirada al ver lo que quedaba de la casa en la que nació.

Justo al lado de la casa estaba el Ichamati, el río que hace de frontera natural. Entre la casa y el río, unos campos de arroz y calabazas, llenos de cilantro que crecía como "mala hierba", y que el conductor Amitabh se dedicó a recolectar para llevar a casa. Como el río estaba tan cerca, usaban, como en Galicia, algas y conchas como abono para el campo. Unos pescadores estaban en la orilla, charlando al lado de sus barquichuelas hechas de troncos de palmera.


Camino de la casa al río, la pescadora que se acerca al río. La mujer sentada, estaba triste por problemas familiares, meditando.


La pescadora prometió pescar algo para nosotros


Las barquichuelas y el río

Nos quedamos allí un buen rato, en el que no paraban de hablarme y preguntarme cosas, cuando me habría encantado disfrutar del silencio y la tranquilidad y sacar fotos sin distracciones. Pero su sentido de la "hospitalidad" no les permiten dejarme tranquila ni un momento. Supongo que el concepto de aburrimiento es diferente en India.

Para que estas barquitas no se muevan en el río, las llenan de agua y las achican cada vez que las usan:


Al parecer, en la zona, durante la época de los británicos, éstos habían tenido cultivos y fábricas de índigo, un tinte azul natural, en las que explotaban a los bengalíes. Hubo una gran revolución, que acabó con la muerte de los británicos. Me llevaron hasta el lugar de los hechos (de los que habla una obra de teatro, Nil Darpan -El Espejo Azul-, de Dinabandhu Mitra), donde apenas quedan unas cuatro piedras. Ahora alí hay una tienda que vende arroz y legumbres, que hace un poco de plaza mayor, donde todos los habitantes de la aldea se reúnen y charlan. La suegra hablaba con muchos de los más mayores. Me interesó mucho una mujer mayor, vestida con un camisón y usando la blusa del sari debajo, una chaquetita de punto y una graciosa capucha de ganchillo que debía haber hecho ella misma. Con sus gafas de concha y un tronco de bambú de bastón, charló un poco conmigo, qué de dónde soy y qué hago y tal. Hablaba mucho, caminaba bastante bien, y se quejaba de que le dolía la espalda. El conductor le preguntó su edad (algo que yo no me había atrevido a hacer) y la anciana dijo que 87 años. ¡Menudos 87 años!

Después, cuando ya atardecía, pasamos por casa de una pariente de Shakuntala, que resultó ser pariente lejana de Subhas también. Una mujer con muchísimo carácter que se enfadaba porque no entrábamos en su casa a tomar algo: la familia me estaba poniendo como excusa a mí, que yo estaba cansada (que lo estaba, porque había dormido muy poco el día anterior), y se acercó a mí a increparme en un tono agresivo (y en bengalí), que si me encontraba mal o algo, y yo le dije que no, que simplemente había cogido un poco de frío. Me dijo, si quieres té, toma, sino, al menos siéntate en mi casa un rato para charlar. Y yo le dije que por supuesto, que me apetecía un té. Así se acabó la discusión y entramos en su casa. Aunque el té era bastante malo, disfruté mucho escuchando hablar a la familia.

Primero se preguntaron qué tal, qué tal los niños de la familia. La mayor estaba a punto de terminar bachillerato, y luego iba a buscar trabajo. Los pequeños bien. Hablaron de los matrimonios entre hindúes y musulmanes, que eran muy problemáticos y solían acabar en la muerte de alguno de ellos, normalmente, de la chica que huía de su casa (esto me hizo pensar en Afreen y Arif, de Assam), y de que hacía un año un hombre de la Archeological Survey of India había ido a su casa para decirles que creían que debajo de su casa había restos de un templo y que querían excavar, y estaban pensando qué hacer, porque su familia siempre había vivido allí y no querían dejarla. Mientras ellos hablaban, yo les miraba y miraba, y al final la mujer energética se plantó delante de mí y me dijo la cosa más graciosa que he escuchado en mi vida: "si tu nos miras a nosotros, yo también te voy a mirar a ti".

A todo esto, me he olvidado de comentar que cerca del templo de terracota, antes de irnos de alli, había una casita de madera y tejas, en cuyo jardín dos hermanitos estaban jugando a hacer figuritas de barro. Con su timidez infantil, no querían hablar conmigo ni mirarme cuando les apuntaba con la cámara. Hacía mucho que no veía a nadie jugar con algo tan natural como el barro. El niño tenía algunos dotes artísticos: estaba haciendo una manzana casi perfecta con el barro.




Volvimos por la noche ya. En la casa de Shakuntala, después de un café, llegó un profesor de inglés de la escuela, que había hecho su master en Octavio Paz a pesar de no saber español. Deseoso de charlar conmigo, me preguntaba preguntas superconcretas para las que apenas tenía respuesta, sobre la literatura, sobre la guerra civil, sobre el reinado musulmán de España, sobre los Reyes Católicos, sobre el fútbol...poco a poco salí al paso. Cansada de tantas preguntas todo el día, por fin me dormí un rato, antes de cenar el mejor kichuri (una especie de rissotto con verduras y lentejas) casero que he probado en mi vida. Y de ahí, al día siguiente, con nuevas experiencias que tendré que contar en otra entrada ;)

lunes, diciembre 10, 2012

Varanasi Musical

Últimamente, no sé cómo ni por qué, han acabado en mis manos unas cuántas canciones relativas a Varanasi, que han animado un pelín de nostalgia en mí. Las vacaciones siempre son vacaciones...

La primera es una canción del famosísisisisimo cantante Kishore Kumar, en la boca y los movimientos del aún más famoso actor Amitabh Bachchan: A comer paan de Benarés, querido habitante de la ciudad.


La segunda canción es una especie de balada rockera con letra de un poema de un sabio de Varanasi, Kabir. La canción se llama Sadho Re, y está grabada en los ghats del norte de Varanasi y en el centro de la ciudad. Pero lo mejor del video, además de la música, es que expresa perfectamente los sentimientos del recién llegado a la ciudad: yo (y Charline) nos sentimos totalmente identificadas con la niña protagonista.


Y la música de la película Joy Baba Felunath, disponible a partir del minuto 02:30 de este video:


Disfrutad!

viernes, diciembre 07, 2012

Diez Razones para ir al Norte de Bengala Occidental

1) La hospitalidad y amabilidad de la gente:

Ranjit, nuestro conductor de ida y de vuelta, a quien nos cruzamos continuamente en el viaje de forma inesperada, y un excelente profesor de bangla.

Sin su ayuda, no habría sido ni la mitad de interesante

Pareja de tibetanos instalados en Darjeeling, con la comida más auténtica de la ciudad. Imposible despistarse: es el "Mini Restaurant" enfrente de la estación de tren.



Familia celebrando algo (la alegría de vivir, ¿quizá?), que me invitó a subir a lo alto de la piedra donde estaban, a beber una cerveza, comer chanachur, y charlar.

2) Despertarse a las 5 de la mañana con un frío de menos de 5 grados para ver esto:

El Kachenjunga

3) El té, por supuesto.


El Lollegaon


Ginger Honey Tea (en Lollegaon)

O el café de Keventer's. El chocolate caliente también es delicioso. Todo lo demás, es carne :(

4) El paisaje, claro:

Teesta River

Plantaciones de té en Darjeeling


 Dos puntos blancos. La luna y el Kachenjunga

 Y paisajes que no salen en las fotos...

5) Perder tu móvil en un coche de alquiler del que no sabes realmente nada y recuperarlo una hora más tarde gracias a la casualidad más grande de tu vida: que mientras intentas explicarle en bangla tu problema a la policía, se acerca del jefe del sindicato de conductores de alquiler de Kalimpong y te ayuda.

6) Recoger a unos niños pequeños que van al colegio andando por la montaña y llevarlos tres kilómetros contigo hasta la puerta de la escuela.

7) La comida casera de algunos restaurantes (Yankee Hotel en Lava, y el Mini Restaurant de Darjeeling.

8) Tener tu propia sauna natural: el maldito frío de fuera y el agua caliente del cubo que te dan en el hotel.

9) Algunas cosas como:





10) Poder volver :)

martes, diciembre 04, 2012

Kamasutra en Khajuraho, o El pueblo donde todo el mundo habla español


Khajuraho es ese lugar legendario por el libro más buscado en Occidente. Si fuera más barato y fácil de encontrar, no lo desbancaría del top de las listas de ventas en La Casa del Libro ningún The Secret de Rhonda Bryne que se imprimiera, ningún El código Da Vinci. Sí, efectivamente,estoy hablando del Kamasutra.

Pues no es que el Kamasutra se escribiera en Khajuraho, sino que este pueblucho con la estación de tren más nueva y limpia de India, está rodeado de templos y templos con estatuillas sensuales y sexuales grabadas en las fachadas, laterales y todo el exterior. Hay escenas de todo tipo, diarias, bélicas, de la gente pobre, de la gente rica, los trabajadores, los escultores de los templos, animales dioses, etc. Mil estatuillas ignoradas por lo que a la mente de Occidente le resulta más llamativo que se conecte con la religión: el sexo. Sobre todo si hablamos del cristianismo.

Algunas de las estatuas son meramente sensuales, con hombres y mujeres muy sexys haciendo manitas, flirteando...mientras que otras son explícitamente sexuales e instruyen a la gente a cómo disfrutar y no aburrirse haciendo siempre lo mismo.

¿Por qué hay sexo en un templo a un dios? Bueno, hay muchas respuestas...Lo cierto es que Khajuraho, un lugar PLAGADO literalmente de extranjeros, además de de mosquitos de verdad, y que goza de la mayor densidad de indios por metro cuadrado que habla fluidamente cuatro idiomas extranjeros como mínimo, es un lugar casi casi occidental en cuando a los estándares de modernización del sistema turístico. En este pueblo donde no hay nada, ni está cerca de ninguna parte, un pueblo al que nadie iría nunca si no fuera por los famosos templos y la leyenda del Kamasutra, hay casi más hoteles de lujo que en Calcuta, hay un aeropuerto, una estación de autobuses, además de la de tren nuevecita que mencioné antes, hay restaurantes que preparan pizza en hornos de piedra al más puro estilo italiano, y hay audioguías para recorrer el conjunto de templos, tienda oficial de souvenirs y hasta postales. Se ve que el que ha montado todo esto ha estado en París. Y en las audioguías se dan varias explicaciones al “enigma” de la relación de sexo y religión:

  1. Las estatuas de los templos muestran todo tipo de escenas relacionadas con la vida de la gente y el sexo es una de ellas
  2. Tiene una función catártica al eliminar estos pensamientos de la mente de los devotos (pues ya se divierten fuera antes de entrar al templo), de modo que tienen la mente limpia a la hora de rezar al dios
  3. Son templos que siguen la línea hinduista del Tantra, una escuela de filosofía que comparten algunas ramas hindús y budistas, en la que en lugar de renegar de la realidad para alcanzar un plano superior, se intenta alcanzar este a través de la vida normal, mundana. Sexualidad incluida.
Este es uno de los lugares más extravagantes que he visto nunca en India, sinceramente. Me quedan muchos por ver, pero no sé si habrá alguno que lo supere. Llegas a Khajuraho y lo primero que te encuentras es un grupillo de jovenzuelos sin trabajo que lo único que hacen es revolotear a tu alrededor para que vayas en su autorickshaw y poder exprimirte todo lo posible. De 80 que nos pedían al principio, acabamos pagando 30, sin decir nada, solo caminando ellos bajaban el precio automáticamente. Te montas tú en el auto y se montan tres más para charlar, volver al pueblo, y convencerte de que vayas al hotel que representan, del cual te lanzan enseguida la tarjeta. Prometes pensártelo y te bajas en el primero que ves: un hotel con el cartel en inglés y en coreano. Se anuncia todo en ambos idiomas, hasta el folleto del hotel está en inglés y coreano, y ofrecen “Korean coffee” (que vete tú a saber qué es esto). Inmediatamente ves a una pareja de coreanos salir del hotel, para que no te quepan duda de quiénes son los clientes habituales del hotel.

El hotel tiene mil habitaciones libres. Este es un mal año: con la crisis económica, los europeos, que son los que más viajan aquí atraídos por el Kamasutra, apenas vienen. Al parecer hace dos años, los españoles inundaban las callejuelas del pueblo, después fueron los italianos, y este año parecía el de los franceses, pero el negocio iba mal. Elegimos la habitación que quisimos, y nos fuimos a desayunar. Segundo susto (después del de los coreanos): los precios. La comida era carísima. Probamos en otros cafés y restaurantes (que es lo único que hay en el centro que rodean los templos, además de hoteles y tiendas de artesanía fabricada en cadena), todos igual de caros. Los hoteles estaban tirados de precio – el nuestro apenas costaba 400 rupias la noche, muchísimo mejor que en Varanasi, y creedme, he visto muchas habitaciones de hoteles, y esta habría valido el doble en cualquier otro lugar, aún en temporada baja – pero la comida era prohibitiva. Quizá eran los problemas de aprovisionamiento que sin duda un lugar tan alejado de la mano de dios (a pesar de los templos) debía de sufrir. O quizá era la manera de sacar beneficio: los turistas venían porque el alojamiento era barato, y luego los sableaban en la comida, los souvenirs y la entrada al templo (que para los extranjeros es de 150 rupias, y no hay carné ni visado de trabajo que te salve, aunque tú pagues tus impuestos aquí como ellos).

Al final encontramos un lugar de precio aceptable. El Madrás Café – sólo el nombre, prometedor de idly dosa, ya me hacía la boca agua – era un lugar pequeñajo, justo enfrente de la entrada de los templos, llevado por una familia Telugu que hacía muchos años se había instalado en Khajuraho. El hijo, un piloto, había vuelto a India hacía poco desde Filipinas, donde trabajaba para una empresa de viajes de clase alta con aviones privados. Se hacía cargo del restaurante ahora, durante unos meses antes de regresar a Filipinas, para ayudar a sus padres ya mayores y enfermos, y para ayudar en la época de crisis. Ganga, como se llamaba este chico, enseguida se hizo nuestro amigo, hasta tal punto que comenzó al segundo día a confiarnos las gracias y desgracias de su vida. Él nos explicó muchas cosas sobre Khajuraho, adónde ir, qué ver, los precios reales de las cosas, y nos ayudó en todo momento. Un encanto.

En cuanto a Khajuraho, nos contó como intuíamos ya, que sin los turistas que venían a ver las estatuas del Kamasutra, aquí no habría nada más que cuatro gatos muertos de hambre. Suena crudo pero es así. Tienen problemas con la lluvia, hace un sol de justicia todo el año, el río cada vez lleva menos agua, y no hay ninguna industria ni nada alrededor. Pero el turismo había convertido a aquel pueblucho un centro turístico adinerado, y había florecido, hasta la crisis económica de Occidente. Sin turistas, aquello se moría y la gente intentaba huir de allí y encontrar trabajo en otra parte.

¿Cómo intentaban huir? Veréis, esto tiene su ingenio. Aquí vienen muchos grupos de turistas, algunos solos, muchos en parejas, otro en grupos organizados. Los habitantes del lugar, que viven de estos turistas extranjeros, aprenden sus lenguas en la calle para mejorar la comunicación, y convencer a los turistas de que entren en sus tiendas, y en definitiva, poder hacer su negocio mejor. Cualquiera que sea el idioma que hables, en algún momento algún hombre se te acercará hablando tu propio idioma, mejor o peor, pero hablando. Algunos hasta se van a estudiar a Delhi (que está relativamente cerca), porque allí hay muchos centros donde aprender lenguas extranjeras. Luego vuelven para llevar la tienda, hotel o restaurante familiar, o para ser guías aprobados por el gobierno de India. Y está la tercera vía: ligarse a una extranjera, casarse, y marcharse con ella a su país. Algunos de los más adinerados empresarios de Khajuraho son hombres que tras divorciarse de sus mujeres extranjeras, volvieron con dinero y profesionalidad al pueblo para montar un negocio mejor.

Tristemente, hablo de hombres indios y mujeres extranjeras, y no viceversa, porque no sé de ningún caso, y porque no parecía que ninguna mujer india fuera a salir a atreverse a hablar con un hombre extranjero en aquel pueblucho. Así, las mujeres teníamos que quitarnos los moscones a manotazos (no literalmente), porque nos perseguían por todas partes. Aviso: ignorarlos absolutamente sin inmutarse es la mejor opción. Al final, se aburren y dejan de insistir. Es un ambiente agobiante, pero hay que entender su desesperación. En ese lugar, no hay absolutamente nada más que arena.

Ganga nos hablaba con tristeza de los coreanos, que a pesar de ser los más numerosos, venían con todo organizadísimo, su hotel reservado, su lugar para comer decidido de antemano, se quedaban una noche nada más y se iban, sin gastar apenas dinero en las tiendas y en los restaurantes ni nada que no fuera su hotel, su restaurante, y la entrada de los templos. Nos hablaba de los españoles, que recordaba de hacía tres años, de los muchos franceses que había ahora y cuyo inglés no entendía. Y hacía el mejor café (bueno, su cuñada lo hacía) de Khajuraho.

Un día nos invitó a cenar a otro restaurante, uno italiano, de un tipo que se había casado con una italiana, había aprendido a cocinar bien, se había divorciado y había vuelto con la idea de montar un imperio enfocado a los mediterráneos. Lo cierto es que la decoración y la comida era 99% italiana, con alguna concesión a lo indio. Pedimos, cómo no, una pizza. Y allí, mientras Ganga nos contaba su vida, Charline y yo empezamos a comer con la mano, como todo hijo de vecino. Y el indio, que come normalmente su comida con la mano todos los días, empezó a comer la pizza con cuchillo y tenedor. Y nuestros ojos, tan grandes como el plato de la pizza.

Pero lo mejor de Khajuraho no fueron los templos, las anécdotas, o el café del Madrás Coffee (pero casi casi), sino el paseo en bicicleta a Ranneh Falls, 40 kilómetros respirando aroma a hierbabuena, y el cielo estrellado de las noches sin luces, en el silencio. Hasta vimos estrellas fugaces.

Podría decir mil cosas de Khajuraho: el, de repente, encontrar un cartel en bengalí y sentirme en casa, ver a una familia bengalí (antes de escucharles hablar, solo por el aspecto, ya se veía que eran bengalíes), una familia con las hijas más cursis que he visto en mi vida (no podían coger el vasito de café de una manera más enrevesada porque no podían hacerlo sin dislocarse el brazo), el ser perseguida por hombres intentando venderte barajas de cartas con las estatuas del Kamasutra en lugar de las figuras y los símbolos, las proyecciones de la serie del Ramayana como si fuera un cine de verano en la plaza central de la ciudad, el mal sabor del yogur de aquel pueblo, la tienda que decía que vendía “English Wine”, como si eso fuera importante,...demasiadas cosas para contarlas. Allí pasamos cuatro días inolvidables.

¿Recomendaría ir a Khajuraho? No lo sé. Es agobiante, caro, y puede ser aburrido si te devora el calor y la insistencia de los vendedores indios. Pero puede ser una experiencia diferente si conoces a la gente adecuada, si vas a los sitios adecuados en el momento adecuado. Si ves estrellas fugaces por la noche.

Vosotros decidís. Para ilustrar con algo más que palabras, aquí os dejo unas imágenes.  

 Un templo dedicado a Shiva

La cúpula del techo está diseñada para que se parezca a las montañas del Himalaya donde vive Shiva (Kailas)

Variedad de estatuas en los muros de los templos


Este hombre gordo estaba decorando todas las columnas y soportes dentro de los templos.


 El elefante es un poco cotilla


En el interior de uno de los templos


La bicicleta del viaje de 40 kilómetros (ida y vuelta) a Ranneh Falls

 N había cascadas porque después del monzón no había suficiente agua, pero así quedaba este tranquilo paisaje que podéis ver en la foto. Durante el monzón, el agua llega hasta arriba del acantilado.


 Bosquecillos en  el Parque Natural de Ranneh


 Los colores son increíbles. Esto, al atardecer.


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